Love forever, dream big, smile always

Ese era el lema que nos encontramos en Eco Farm colgado en una de las habitaciones. Y es un lema que le hace justicia en cuanto al espíritu de todos los que viven en ella.
Eco Farm es una iniciativa que nació en 2008 a través de Mission Himalaya, una ONG a la que pertenece nuestro amigo y guía Abhaya, y que 2 años después comenzó a acoger a jóvenes y niños en peligro de exclusión social.
A Eco Farm se le podría definir como orfanato pero sería mejor decir que es el hogar de 28 jóvenes acogidos, 16 chicos y 12 chicas, y de 7 coordinadores y equipo técnico para gestionar una casa que pretende ser ecológica y auto sostenible.
Se encuentra cerca de la villa Sankkhu–Sharada (Panauti, en el distrito Kavre). Está cerca de Dhulikhel, la colina y valle boscoso que comenté hace una semana en otro artículo.
Ese fin de semana en el que Abhaya nos invitó a visitar la región y conocer esta iniciativa, al equipo y a los chavales.

Los jóvenes son tanto huérfanos en algunos casos como pertenecientes a familias muy pobres que no pueden mantenerlos.
El terremoto del pasado abril de 2015 hizo estragos no sólo por las desapariciones y las infraestructuras destruidas sino por la enorme des-estructuración de familias que ha conllevado. Bien por falta de recursos, por conflictos o por familiares fallecidos, muchos niños de zonas rurales son abandonados.
La cifra es escalofriante y según datos de Mission Himalaya, alcanza a más de 300.000 jóvenes en peligro de exclusión social que pueden acabar siendo maltratados, abusados y/o usados para pedir en las calles de grandes urbes como Kathmandú (de lo cuál ya leí otra historia algo más lejana, durante la guerra civil en Nepal, y de la que hablaré en otro artículo).
Ese es el trasfondo y en algunos casos lo podías intuir en sus miradas y en la forma en que interactúan (algunos de ellos, nos comentaba Abhaya, se mantienen sin hablar durante meses debido a secuelas psicológicas).
Sin embargo, esas circunstancias no modifican quienes son realmente y el espíritu que se respira en esa casa, con ese lema de querer para siempre, soñar a la grande y sonreír en todo momento. Y con eso es con lo que nos quedamos, con unas sonrisas enormes.

Con Abhaya como maestro de ceremonias compartimos un día con ellos y conocimos las salas de estudio, los dormitorios, los baños, la pequeña enfermería, el comedor donde disfrutamos de un dal bhat buenísimo y de un postre con leche auténtica de yak (disponen de 2 en la granja anexa al hogar).
Además de esa pequeña granja de animales, disponen de terreno para plantar arroz, verduras y hortalizas, que usan para auto consumo o bien para vender y obtener ciertos ingresos que sirven para cubrir parcialmente los costes.
Es una forma genial de poder caminar hacia la sostenibilidad, hacia un consumo energético verde (con paneles solares y depuradoras de agua de los pozos), de formar parte de la economía circular y también una buena forma de educar a los chavales en estos valores. Respecto a la educación por cierto, todos ellos acuden a la escuela pública cercana.

Además de la casa para los chicos y chicas, hay otra en proceso aún de construcción , casi terminada, para acoger a voluntarios. El proyecto se sostiene además mediante el apoyo de distintas organizaciones como Dooley Intermed.
Y por último, además de todo ello cuentan con un pequeño jardín y un patio trasero en el que poder disfrutar al aire libre, divertirse y bailar, que es lo que hicimos como locos y que podréis comprobar en el video de mañana.
Nos despedimos de ellos acercándonos a una tienda cercana a disfrutar de un helado todos juntos, intercambiando palabras en nepalí y castellano e incluso euskera y prometiendo volver a visitarles.

Eso fue a finales de Noviembre. En Diciembre, en las vísperas de navidad, Abhaya volvió a pasar varios días por allí a visitar a todos.
Me habría gustado mucho haber cumplido esa promesa y acercarnos esas fechas de nuevo por Eco Farm antes de dejar Nepal pero teníamos que atender otras cuestiones en Kathmandú antes de marcharnos rumbo a Camboya.
Sin embargo me lo tomo como un retraso y no un incumplimiento. Volveré por allí tarde o temprano a seguir aprendiendo. Porque más que ellos aprendan de uno, diría que es al revés, aprendes tú mucho de ellos.